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A caballo con España, el País Vasco es un territorio no muy extenso en su parte francesa, pero por su variedad forma todo un universo.
¿Cuál de tus sentidos logrará estimular primero? Tal vez la vista, porque desde los paisajes hasta la comida pasando por las fiestas, ofrece un compendio de armonía, colores y contrastes.
O bien el oído, con las canciones populares vascas y los sonidos de la vida diaria, de los cencerros de los rebaños a la lonja de pescado, porque aquí la montaña se sumerge en el mar. Esto nos lleva a evocar el sabor de los productos locales, el queso de oveja, la guindilla de Espelette, la cereza negra, tan sabrosa en el pastel vasco, así como los exquisitos platos con aromas españoles…
Por su parte, el sentido del tacto también contribuirá a hacerte descubrir el alma vasca, entre la suavidad de los tejidos vascos o de los cuidados de talasoterapia y la rugosidad de las piedras discoidales o de las crines de los pottoks.
